martes, 22 de marzo de 2011

Lo que iba a ser y no fue

Una tarde de no hace mucho, motivada por un buen amigo que consiguió estimular mi aún no dormido activismo y conciencia social, acudí a una “reunión” de un grupo cuya finalidad era protestar. Protestar por la situación actual; por los recortes y las reformas que se deciden totalmente ajenas a nosotros pero que nos afectan directamente; por todo aquello que han prometido y se han pasado por los kinder; por lo que puede deparar nuestro futuro y lo que se está viviendo en el presente; por las desigualdades no solo entre 1er y 3er mundo, si no las que se viven aquí, entre panadero y ministro; por todo aquello que los medios –oh, ansiado futuro- se callan, o simplemente no nombran; por la manipulación mediática y política; por el amarillismo y la demagogia… el fin era protestar por todo aquello que como estado de bienestar en el que supone que estamos, no está. Algo así como el speakers’ corner en el Hyde Park londinense, solo que algo más recogido y centrado (y con muchos menos colgados, vaya) .
Dicha “reunión” fue en Sol, un viernes. Emoción máxima, me sentía yo como si fuera a las primeras reuniones estudiantiles en Túnez a finales de verano.. El pancho vestido de Hello Kitty y sus amigos Bob Esponja y Winnie de Pooh hinchando globos formaban más multitud que los pocos que fuimos. Decepción máxima, claro. ¿Qué nos pasa? ¿Tan conformistas llegamos a ser que ni vamos a quejarnos cuando nos dicen "ven y quéjate"? Porque las quejas... haberlas, haylas. ¿Nos quejamos de boquilla (me incluyo infinitamente)? Parecen los tiempos de mi querido Amar en Tiempos Revueltos, en los que ciertos temas solo se podían tratar en confianza, y con cuidado. No joder (con perdón), que somos democráticos, ¿no nos están vendiendo que ahora medio Islam quiere ser como nosotros? Pues vamos a creérnoslo, porque si ellos mejoran porque el poder está en el pueblo, nosotros también podemos –esto en un yes, we can en toda regla-, que, teóricamente, el poder lo tenemos nosotros. Así que si no haces nada, ¿de qué te quejas? ¿Y yo? Ay y yo qué sé...

El caso es que pensaba escribir sobre el boom (literal) de Libia, pero ni yo misma me aclaro con lo que pienso. El día en que mis neuronas decidan unirse para aclarme y proporcionarme una opinión que pueda expresar sin contradecirme a mí misma, lo haré saber vía aquí. De momento tengo esto, que ni bien redactado ni bien estructurado, publico hoy y ahora porque lo pienso hoy y ahora. 
Adjunto canción (aviso, es instrumental pero se goza igualmente), que ya que es mi blog, pongo lo que me da la gana.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Fukushima, limpia y segura.


Podría ser una compresa, pero no lo es. En Japón están viviendo uno de los peores momentos de su historia, el terremoto de casi 9º de hace menos de una semana y el tsunami que vino después arrasaron con prácticamente el país. Suerte (si es que se puede sacar de algún sitio) que estos japos están tan bien preparados por si eso ocurría; que esto pasa aquí, en España, y no lo cuenta nadie (que no tenga muchos ceritos en el banco, claro). En Haití no hubo esa “suerte”, pero es que tampoco la había antes.

Se vio (y se vendió) la energía nuclear como una energía limpia, que emitía menos gases invernadero en su ciclo que en los ciclos de otros combustibles fósiles, y que por tanto era mejor para combatir el cambio climático. El problema es que para que eso fuera realidad, se deberían construir unos cuantos de muchos de cientos de reactores más, en los que nadie piensa invertir por su falta de fiabilidad; habría que encontrar solución a los residuos radiactivos (que, de momento, nos limitamos a apilar en zonas en las que no se note mucho su peligro) y, en definitiva, habría que dar la vuelta al uso de la energía nuclear tal y como la entendemos.
Como siempre, se sabe lo bueno; pero de lo malo, que sobrepasa de largo los beneficios que pueda tener, poquito. Y tampoco he oído yo mucho hablar de que hay países que podrían satisfacer sus necesidades sólo con energía eólica, véase renovable. No interesaba, las energías nucleares vieron que la “lucha” (jjjjja jjjjja y jjjjja) contra el Cambio Climático era la excusa perfecta para reavivar su industria (recordemos que comenzaron con su único objetivo de desarrollo armamentístico), y como burros tragamos todos. En Japón también tragaron, y hoy se los tragan a ellos. Parece que se estaba esperando la tragedia para que se tratara la cuestión nuclear. Por supuesto los mensajes tranquilizadores por las grandes instituciones aumentan: “no hay riesgo”, dicen. Valientes cabrones, doy mi pésame por adelantado a las familias de los ya 180 trabajadores que se encuentran trabajando en la Central, tratando de estabilizar su presión y temperatura, porque no les doy más de 30 años.

Vamos a abrir un poquito los ojos, que parece que solo “esos guarros de Greenpeace” sabían que podía ocurrir algo así. Si nos adelantamos, no tendremos que esperar a ver las consecuencias de lo que puede pasar, porque tal vez la próxima vez los evacuados seamos nosotros. Y, por supuesto, teniendo “suerte”.

martes, 1 de marzo de 2011

Ma y Mi


Llevo llamando “mami” a la Toñi unos 18 años aprox., teniendo en cuenta que aún siendo tan sumamente inteligente, algo de tiempo me llevaría hacerme con el código. Mami. Son dos sílabas, y ya. Pero esas dos sílabas me cambiaron los pañales, me dieron de comer, me desgastaron las moflas a ‘bisitos’, me enseñaron que compartir estaba bien y que tirar del pelo no. Me enseñaron a andar, a quitarme el ‘chupe’ y a hacer pipi en mi mariquita-orinal. A morirme de ganas de abrazar a mi abuela al verla. A aprender que hay que comer de todo para ser grande, y que un boceto-dibujo podía hacer más ilusión que las joyas de la corona inglesa a un señor del “compro oro”. Que lo que recoges del suelo es caca, y hay que hacer lo que ellas dicen, pero no lo que hacen. A afrontar lo que no puedes elegir, aceptarlo y quererlo así. Que las cosas hay que ganárselas. A que hay que pedir perdón y reconocer que uno se equivoca, y que perder a los tazos no es motivo de lloro. A ser valiente, y que en el altillo de mi armario no vive Drácula. A tragar que me ‘desajuntaran’ mis amigas, y a ver que estaba mal cuando se lo hacíamos a otras (la empatía, vaya). Que el tabaco es una droga, y que estas, son caca. A que no quisiera caer en la ignorancia, y que los flequillos largos me quedan mal. A afrontar las decepciones de las amistades, y que hay algunas que sí duran. Que a ellas (a ma y a mi) no se les levanta la voz, ni tampoco se les llama “tía”. A querer, a llorar,  a aceptar y querer sin más. A querer a mis defectos, y que las tetas minis también molan. A respetar y saber estar en otras situaciones. A elegir. A equivocarme, pero elegir de nuevo. A agobiarme, aun sabiendo que estarán allí para socorrerme tantas veces las necesite. Las dos juntitas, la ma y la mi, solo mías. A querer elegir. A no conformarme. A valerme por mí misma. A juzgar y valorar por mí misma, tener crítica y ejercerla, a no dejarme convencer con lo primero que me dicen; y a que en este mundo no hay que fiarse de la gente con poder, que se los ha comido. A ver las distintas posturas, y entenderlas para poder argumentarse. A errar. A actuar bien. A no caer en la desinformación, y a aprovechar al máximo de todo y de todos.
Dicen que la vida es la que te hace. Puede. A mí, quizás, me influyó algo más.

Bienvenida yo a estos mundos cibernéticos.