martes, 23 de agosto de 2011

Hakuna Matata


Ser ateo no es ser perroflauta, ni vago comunista, ni querer vivir del estado, ni bolchevique. Ni ser creyente es ser franquista, nazi, pedófilo o timador. Tenemos una tendencia a generalizar que asombra (o alucina, según prefieras), y como te juntes con alguien que generaliza poco o más que tú, los comentarios pasan de algo insultantes a tonterías extremas (tanto de una parte, como de la otra). No hay más que abrir twitter, vamos.
Es verdad que, de entre los ateos, la tendencia ideólogica es más de izquierdas. Pero muchos no son tan fieles a sus inquebrantables principios. Y entre los creyentes, más de derechas. Aunque no todos cumplen con sus obligaciones para con su fe. ¿Y qué hacemos? ¿Nos matamos entre todos?
A los creyentes no se les va a convertir en ateos que luchen por principios morales por decir “te han lavado el cerebro, Dios no existe facha de mierda”. Ni yo voy a ser creyente por leer “laicos guarros, buscad un trabajo”. Principalmente porque no se/me sentirán/é aludidos/a. Así que separemos bien unas cosas de las otras (entre ellas, Estado “aconfesional”-Iglesia), sepamos diferenciar realmente contra qué o quiénes estamos, y dejémonos vivir, coño. Que no todo el que piensa diferente es malo por definición. Y ni yo quemé iglesias en la Guerra Civil, ni un chiquillo de las JMJ cobraba en la Edad Media a los campesinos para absolver sus pecados.

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